23 de septiembre de 2013

Reflexiones Pirenaicas

Son las 9 de la noche. Hace viento en Sallent. El pueblo duerme, tranquilo, ignorando la inminente lucha que, desde el principio de los tiempos mantienen el Pico Pacino y la Peña Foratata. Se miran eternamente, como son eternamente oscuros esta noche.
Quien no duerme nunca aquí es el envalentonado río Gállego, que brinca entre las rocas inconsciente. Si le viera su mamá, le regañaría "por temerario". Tengo ganas de llorar.

Veo las estrellas. Lugar idóneo y privilegiado es este pueblo para ello: tranquilidad, paz, carente de contaminación lumínica y soledad...

Una estrella es algo tan sumamente puro, natural y brillante, que podemos percibir a millones de kilómetros de distancia, incluso las vemos cuando ya han desaparecido, cuando ya han muerto...

Quiero ser una estrella. Quiero dejar huella, y brillar durante la noche. Qué curioso, mi tienda de campaña y también la linterna hacen ya de mi una pequeña estrella... También puede que yo sea una estrella porque me siento solo. ¿Acaso no se sienten solas las estrellas? Y, pese a ello, siguen siendo hermosas, ingrávidas, intangibles para cualquiera que no piense más que en lo lo que hay a un palmo de su narizota...

Me siento solo, y eso es lo que he venido a hacer aquí. A estar solo, a pensar, a sentir(me). Voy a iniciar una nueva etapa en mi vida y necesito reciclarme. Necesito pensar en no pensar, en olvidar muchas cosas y almacenarlas en mi memoria, último pasillo, puerta trasera: "Momentos Felices y no TanFelices"

Si supieras lo triste que estoy, Leire. Pienso en ti muchas horas al día, y no hay ni un solo momento en que maldiga nuestra desdicha.
Aunque otros pensamientos me llevan a sentir que soy yo siempre el cobarde, el que no quiere la verdad ni la afronta como debe pero... ¿Qué debo hacer?

Ondulan las lonas de la tienda. He de confesarlo: tengo miedo. Entonces, sí queda claro que soy un cobarde... las 9 de la noche y con miedo...

Pero es que es esta oscuridad (respiro hondo), que mira y no deja mirar, esta incertidumbre de no saber qué hay dos pasos más allá. Oscuridad, enemiga y aliada.

Es como si aquí no pasara el tiempo... ¡Ah! El tiempo... ¿Quizá te he vencido aquí, mi fraternal archienemigo? No... Mientras haya un reloj, mientras haya amaneceres y puestas de sol, habrá tiempo. Y tú, maldito tiempo que no me dejas en paz y ocupas mi cabeza, convirtiéndola en una banal agenda de oficina inútil para un ciervo, para alguien que anhela ser hombre libre y pájaro cantor...

Reza el libro que estoy leyendo:
  "Anda, no te quedes así. Has decidido irte, así que vete ya".
Y es que la flor no quería que el Principito la viera llorar. Era una flor tan orgullosa...

11 de septiembre de 2013

The worse, the better

Tiemblo de piernas.
Hoy mi cerebro está absuelto
de crímenes pensativos
de los cuales ya deserto.
Se parten las manecillas
de mis relojes eternos.
Gritan como almas del Hades
los compases de mi silencio.
Soy un pedazo de carne
que ni siquiera gusta a los perros
que ladran buscando a su amo
y mientras yo sigo detrás de ellos.

De mi espíritu ya ni hablo
quién sabe si estará muerto
si yace bajo las amapolas
de algún olvidado huerto.
Si voló lejos de aquí
como un cometa siniestro
abandonándome a mi
en la cárcel de mi esqueleto.
E intuyo que no hay amnistía
en este mundo de presos.

Busco tu cara descrita
entre las líneas de este esperpento
leo en tus labios latidos
Y en tus ojos veo el reflejo
de lo que quisimos ser
hace un tiempo
Y por no tener alas,
por demasiado respeto
por demasiado uso de la razón
o por miedo
dejamos que las cenizas
ahogaran nuestros deseos.
Y acabará la pasión
y no habrá más besos
como nunca más hablarán
las bocas que enmudecieron.