28 de enero de 2013

¿Volverás?

Cuando está todo tan de más
cuando miro a través de las rejas
pensando en palabras viejas
palabras que hablan
de libertad.

Mi condena en esta cárcel
no es más que haber perdido,
que haber comido el cebo
de una trampa que me he puesto a mi mismo.

Y lo malo no es mi día a día.
lo malo son las noches de mis sueños
porque soy un soñador despierto,
un orador de alabanzas y cantos a lo hermoso
una esperanza al devenir universal de nuestras vidas.

Noble tarea me impongo al hacer ver el vaso medio lleno
al creer que habrá tormenta en el desierto,
al pensar en el día en que las palomas vuelen de los tejados
y encuentren tal vez, un tejado los sin techo.

¿Quién se creerá mis mentiras?
Si acaso vosotros, yo os compadezco.
Soy un charlatán que engaña y manipula su propia realidad
y por ello vive fuera, en otra galaxia, en otro Olimpo bien distinto.

Y decoro en tiza mis paredes,
con frases de antiguos poetas y bohemios
a los que pregunto, ¡Oh, Cicerones de mi vida!
Busco ayuda en esta búsqueda de mi mismo.

No busco mucho, acaso un adjetivo
o un lugar, que me diga dónde fuiste
una palabra diferente a lo que ahora siento
pues ahora este perdedor se siente triste.


¿Volverás?

14 de enero de 2013

Estrellas fugaces

¿Cuántas veces has pensado "hoy va a ser el día en que muera"?
¿Cuántas maneras posibles hay de cruzar la meta, de mudar la piel, de viajar a lo inerte, de estar aquí o en el otro barrio? En realidad es una transición tan sencilla, que siempre la obviamos, como una fórmula demasiado sencilla para poner punto y final a todos nuestros problemas, como para hacer que se callen de una vez todos los interrogantes de nuestras inquietudes. Y es bueno obviarla, desde luego. Nuestro paso fugaz por la vida, como una estrella errante, es un don tan sumamente positivo y fructífero que no podemos desperdiciar. Hay de todas formas, muchas formas de ser estrella.
Hay estrellas fugaces imperceptibles, demasiado efímeras, de las que nadie se acuerda después. Luego están las estrellas fugaces que son capaces de eclipsar el brillo de la reina luna y la luz de su palacio entre constelaciones Esos cometas son los que exprimen hasta su último segundo de existencia, toda la energía que llevan dentro, porque para qué iban a conservarla.

Pude ver uno de estos cometas en frenesí una noche reflejado en tu iris. Me cegó su luz a través del espejo de tu alma, y quedé muerto, empalado en tus propios pensamientos, para siempre anclado en un segundo de felicidad.

Cuéntame cómo te sientes. Quiero aprovechar este descuido de los dioses, que me han dejado atrapado en un limbo de rosa pálido en el que podré, al fin, decirte todo lo que siempre he callado.

¿Cuántas veces has tenido sus labios frente a ti, oyéndolos, sin escuchar lo que dicen, absorto en el ondulado movimiento de su carne? ¿Cuántas veces le has hablado confiando en que tu mente no te traicionara, porque su mirada te ha cautivado, y se ha hecho tu dueña? Seguiste hablando, rezando porque tus frases no revelaran lo que en realidad sentías.

¿Cuántas veces has vuelto a tu inmadurez, y al cruzarte con ella has olvidado cómo andar? Has vuelto a tener que pensar en arsis-tesis primero el izquierdo y luego el derecho. Y temblando como un preso en su primer día de cárcel.

¿Quién llevará el ejército blanco en esta partida de ajedrez? ¿Quién se atreverá a dar el primer paso?
Quizá lo más sensato y lo más noble sea que yo coja solamente una pieza, el caballo, y huya lejos de aquí.

Ahora ya lo entiendo.

Mis hipocondrías no son más que saludos cordiales que envío desde esta caverna al mundo exterior, un contrato firmado con vistas al futuro, que hay que ir cuidando desde el principio.
Y tú eres el vínculo que me mantiene aquí encerrado. Tú eres el viento que encabalga mis versos, la aguja que lidera al hilo que teje, día tras día mi existir. Tú, que tan pronto te acercas y huyes de nuevo. Besas, como las olas, las playas de mi patria y te vas luego, en silencio sin decir adiós, por la puerta pequeña, creyendo que así no molestas al poderoso rey del castillo una vez le has sido de ayuda, de nuevo. Pero no es así.  Ya está cansado de ir en busca de princesas; este rey sólo tiene ojos para esa puerta por la que tú entras. Y esperará otra vez hasta el amanecer a ver si con suerte, para siempre la dejas abierta.