Llevo 19 años dejando huellas en este mundo, y quizá nunca me haya parado en seco, detenido mis pasos, mirar atrás, respirar hondo y hacer balance.
Aunque tal vez este escrito no se refiera a todo el periodo de mi vida, sino más bien a lo que concierne los últimos cuatro años.
Es posible que el hecho de que hoy me pare a pensar, comience a leer un libro nuevo, y me replantee mis actos, venga marcado por esta retahíla de años que llevo desde que una chica seductora y embriagadora y yo nos conocimos por primera vez.
Mis amigos la habían conocido ya en su eterna juventud y su prematuridad para hacer cosas que, a mi juicio, (o el juicio que mis padres quisieran que tuviera) no nos concernían todavía.
Así que en ese aspecto me retrasé en conocer a esta musa alcoholizadora que todos (o casi todos) probamos, al menos, una vez en la vida, cayendo en sus infames garras y acercándonos a la locura; a obrar acciones que no nos son propias, a envalentonarnos y así plantarle el beso a la chica que nos gusta.
Esta serie de borracheras que me acompañaban los sábados, ahora lo hacen jueves sí jueves también, sábados e incluso viernes. Como ya dije en la entrada "De mi final", no sé si lo estaremos haciendo bien, (plural mayestático, pues este escrito es autocrítico); personalmente, creo que no.
Desde esta maloliente pocilga a la que intento llamar "casa" pues es donde duermo desde hace dos años, intento transmitir mi bajo estado de emoción o interés por cualquier cosa, cayendo en el remolino de la vida fácil y del noctambulismo.
Quizá haya cambiado. Sé que hace un tiempo dijo el periódico que habían hallado muerto al niño que yo fui.
No sé si sigo las pautas que más o menos desde arriba pretendieran que siguiera, espero, en el fondo que sí.
Últimamente me veo una persona arrogante y susceptible, que cultiva poco la senda que conduce al huerto de sus amigos, y quizá algún día esa maleza me impida encontrar el camino.
Hoy ha sido un día de inflexión. Pretendo abrir mis fronteras, expandirme y purificar mi alma. Por ello me he cogido un libro en la biblioteca. No es una medida extrema, y quizá algunos penséis que es inútil pero cada grano de arena, cada mínima aportación, hará que me sienta mejor de como estoy ahora. Hacía mucho que no leía, y tengo ganas de volver a coger ese vicio de las palabras impresas en papel viejo, roído, amarillo.
No tanto ordenador.
Hoy escribo la primera autocrítica de mi vida, la cual de momento está suspendida, o rozando el aprobado suficiente.
Pero prometo remontar el vuelo.
"Los que obran bien son los únicos que pueden aspirar en la vida a la felicidad" Aristóteles
28 de noviembre de 2011
23 de noviembre de 2011
Paisajes Urbanos, Días Escolares
Noviembre...
Hoy me acuerdo
del patio del colegio
del ruido de la fábrica y del sol rayando en la ventana.
Un libro en el casillero equivocado
dos pájaros cantores en la rama de un árbol
y me duermo.
Contengo la respiración
un segundo
y prosigo...
El eco vacío del timbre oxidado
el caudaloso ruido de la multitud al segundo
y entre ellos, busco
Remando río arriba
por ver tu cara aparecer
pero no.
Otro día volveré
a los recuerdos de mi pensadero
a ver si alguna vez, al fin,
te encuentro.
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