30 de mayo de 2011

Como quinceañeros

Volvemos, de vez en cuando, a aquellas edades en lo que prima lo absurdo, la mente se deshilacha en pensamientos absurdos, que no tienen sentido, pero que satisfacen todo lo que nuestro organismo desea.
Es en aquellos años locos cuando una canción, un verso,una conversación banal, una turbia mirada en el espejo, el inesperado descubrimiento de lo que tuviste ante tus ojos durante tantos años, y pasó desapercibido, pero que ahora vuelve a brillar, como un tesoro medio oculto bajo la arena del mar que brilla al darle el sol del ocaso... Todas estas sensaciones son capaces de hacerte sentir lleno, realizado, completo, satisfecho. En definitiva te sientes vivo.

Tan pronto como vino, la ola se va. Y todo vuelve a ser gris. La cercanía de la imagen queda ahora difuminada cual si de un espejismo se tratase...
Ilusión es un concepto asociado a unas leyes no fijadas que son capaces de crecer con la velocidad de un álamo, y de ser taladas de repente como las grandes secuoyas norteamericanas. Se desbarajusta en un soplido todo aquello que tanto tiempo ha costado crear.

No sé que será de todo este girón de nubes que amenaza desde hace un tiempo... Nunca he sabido intepretar la doble dirección de las palabras. Espero que todo salga según lo previsto, y vuelvan a sonar esas canciones de los 15 años, las tardes de primavera, y que nada se rija bajo la batuta de ningún maestro, que surja la melodía como por arte de magia. Así han de ser las cosas, tan bonitas como improvisadas...

25 de mayo de 2011

El breve espacio en que no estás.

Ah, me olvidaba decirte que...
Que tengo unas ganas de hacerte el amor que no te puedes imaginar,
pero esto no se lo diré a nadie, sobre todo a tí;

Deberían torturarme para obligarte a decirlo, a decir que quiero hacer el amor contigo, no una vez sólo, sino cientos de veces, pero a tí no te lo diré nunca.

Sólo si me volviera loco te diría que haría el amor contigo aquí, delante de tu puerta, toda la vida...
Ella es como esa canción que descubres por casualidad, y no puedes dejar de escucharla...
      
                                                                                                         Roberto Benigni

16 de mayo de 2011

Le Concert

Es tarde ya. No hay tiempo para mucho más.
Me demoré en mi trabajo esta noche
La chica rubia, a mis espaldas, habla con su chico por teléfono.
Ocho minutos. Buen número.
En ocho minutos morirá.
Es oscuro, pero es así.
La chica rubia parece disfrutar con el teléfono.
Es la misma rutina de siempre.
"Yo ahora me pongo a estudiar, tu que tal, yo  bien..."
 No parece cansarse de ello...

Perdidos, atrapados en las fauces del tiempo.
Muriendo vivos.
Sin disfrutar de las estrellas, sin ver un futuro claro
sin botellas...
Y puede que nos falte ella.
Mañana puede que salga el sol
No lo sé
Es otra incertidumbre
Es un círculo vicioso, como la lengua de las mariposas.
4 minutos. Su fin está cerca.

Pobres de aquellos que arruinan su vida
que mueren día a día, atrapados en cárceles de amor.
Trabajo, autobús, ciudad, demora, lluvia, gris...
Suena la armónica, flanqueada por rasgueos de guitarra.
Sol, verde, prado, cielo, azul, aire, agua, libertad.
Cesa la armónica.
Entra el piano, acompañado de un noctámbulo acordeón.
Pasión, locura, rojo, placer, odio y gozo en partes iguales.
Es el tiempo de los violines ahora.
Frío, otoño, hojarasca, marrón, como los ojos del homicida, agua, viento,
lluvia, gabardina y sombrero.

Aquí aguardo, vaciando con la pluma mi tintero
esperando,impaciente
el próximo invierno