9 de octubre de 2013

La Mala Hora

El día a día de mi vida se podría resumir así:
"Paso 23 horas de felicidad plena, o al menos eso creo yo. Me entretengo, leo libros, descanso, pierdo el tiempo... Hablo con gente, disfruto de los colores del Otoño, admiro las hojas que se dejan llevar por el viento, sin importarles a dónde irán ni con quién se juntarán. Caen de los tilos de New Walk y vuelan hacia quién sabe dónde. Es un espectáculo realmente hermoso. Disfruto también de hablar con la gente, de conocer sus inquietudes y a veces de profundizar en su alma, llegando a sus raíces, aunque como dijo Tolkien, "deep roots are not reached by the frost". No se puede conocer a una persona en su totalidad, todos tenemos un pequeño mundo interior, una caja de Pandora reservada para nosotros mismos. Una hora al día para mi. Y es en esta hora restante de mis días a la que yo llamo "La Mala Hora"; así de paso, rindo tributo al gran Gabriel García Márquez.

Es así que en esta hora "mala", suceden fuertes pensamientos, recuerdos imborrables, nostalgia y una gota de incertidumbre en mi cabeza. Me ocurre casi todos los días, esté donde esté. No importa si estoy en mi hogar, mi segundo hogar, o si estoy tirado en cualquier bar. Eso sí, la Mala Hora siempre llega en Soledad. Y escribo Soledad en mayúsculas porque para mi es un hecho muy importante. Quizá en Soledad es cuando llego a mis más profundas raíces, cuando la escarcha me congela el espíritu. Y es aquí donde empiezan mis dudas. No os lo he dicho antes, pero estoy lejos de casa. Partí hace poco en una nueva aventura, que mucha gente ya ha realizado, y mucha gente realizará después de mi, y quieras que no, la mayoría vuelve sana y salva, aunque seguro que algo han cambiado, para bien o para mal. ¿Qué de original tiene, entonces, que yo esté largando aquí mi historia, si ha sido ya contada en miles de ocasiones por otras lenguas? Supongo que es porque yo quiero darle importancia a mi viaje, sentirme importante, sentirme un héroe. (Qué romántico....)
Quiero sentirme un hidalgo de rocín flaco que parte de casa sin mirar atrás, haciendo el corazón duro, dejando amigos, amores y ambientes, para buscar otros nuevos, para aprender a valerse por si mismo, como debió sentirse el primer hombre que conquistó el Everest, mirando este putrefacto orbe desde las alturas, y sintiéndose, por qué no, el Rey del Mundo. Aunque a mi no me gusta hablar de monarquías, ni de poderes superiores, porque quiero creer que todo el mundo es igual, y quiero creer también que yo realmente pienso así, que mi mente es una utopía "correcta".

¿No lo veis? ¿Habéis entendido algo de todo lo que he escrito? Yo tampoco, y tampoco pienso revisarlo ni reestructurarlo, como hacía Bob Dylan al grabar sus canciones. Iba, las tocaba, y se piraba. Y así ha resultado ser uno de los más prestigiosos cantautores de la Historia. Es que a mí me gustan mucho los cantautores. Seguís sin entenderme, ¿verdad? Es que es esta mala hora, que está a punto de acabar, la que me asalta de dudas, me turba el pensamiento y me hace entrar en un delirio de letras que tengo que escupir como sea.

Tal vez los que me hayáis leído alguna vez pensáis que mis escritos son demasiado oscuros, que tal vez son demasiado negativos, o que siempre estoy quejándome o soy bastante nihilista, y me defrauda día sí y día también la actualidad de la sociedad, que para ser sinceros, entre tú y yo, me la suda bastante últimamente ( y se que no debería ser así, tanto para ser un ciudadano de bien, que se preocupa por su sociedad, o tanto como para ser un joven revolucionario, comprometido políticamente, que rechaza el sistema, y lucha por lo que cree justo). Realmente admiro la figura del revolucionario, me gustaría ser un tipo elocuente, que sabe de qué habla y da razones de mérito para su causa. Pero es que muchas veces pienso que estoy anclado en otro mundo, que yo no se de qué va el tema, que mis cánones no se adaptan a los vuestros. Qué romántico es también sentirse un incomprendido... 

Creo que se va acabando la Mala Hora, aunque nunca se sabe. Es como un viaje de alucinógenos que cuando crees que ya se ha ido, vuelve con más fuerza todavía. ¿Por dónde iba? Ah, sí.
No quería acabar este escrito sin mencionar a todos estos personajes Quijotescos, que admiro, de verdad, profundamente, y que cuando parten en sus aventuras no tienen estos momentos "de bajón" que tengo yo, al menos una vez al día. Porque en mi caso, la distancia que me separa del hogar agrava la duración de la Mala Hora. 

La mayoría de veces que he escrito aquí ha sido durante una Mala Hora. Es, por lo tanto, este portal, nada más que mi retrato de Dorian Gray, donde tiro toda la basura que tengo dentro de mi, los pensamientos negativos, y así puedo afrontar, ligero de equipaje, las otras 23 horas que dura el día. Es bastante PeterPanesco. Porque a veces digo ¡Oh! ¡Ha llegado la Mala Hora! Y voy corriendo a mi escritorio, cojo un papel y un boli, no escucho a nadie, pincho las baladas más tristes que se me ocurran, y escurro mi cerebro, sabiendo que de ahí va a salir tristeza a mogollón, y eso es lo que vende. Imaginad un niño que está cazando mariposas con sus amigos y les manda callar en cuanto divisa una para cazarla, "para que no se escape". Para que no se escape mi tristeza, la guardo en frascos aquí. Así que la mayoría de lo que leáis de mi no serán mas que tarros con fecha de expedición de alguna que otra Mala Hora de mi vida.

Espero que no hayáis comprendido nada de lo que escrito, porque al fin y al cabo lo que busco es ser un incomprendido, un poeta en el aeropuerto, algo que todo el mundo pasa por alto, como un grano de arena en un desierto.

Voy a comer algo de queso...